- Las obras tempranas de los grandes artistas, obviando su calidad que no suele ser mucha, resultan esenciales para tomar medidas a su grandeza. Este cuadro nos da un puñado de datos. Voy a exponer dos muy significativos.
- Antiguamente el método de ejecución normal de una composición, sobre todo si es compleja como esta, consistía en ir trabajando los planos de atrás hacia delante. Es decir, los objetos del primer plano se dejaban para el final. Esto permite un mejor control de los volúmenes, la luz y el color, para que quede todo bien integrado. Aquí, en este cuadro, se pone de manifiesto la velocidad con que rembrandt evolucionaba. Sólo hay que observar la diferencia de calidad en el resultado de tres piezas metálicas: la coraza del personaje de la derecha, el escudo central y el del primer plano. Un salto cualitativo en el oficio enorme, durante el lapso de la pintura de un cuadro.
- EL segunda observación tiene que ver con la fijación tan radical que puede tener en la psique lo acontecido temprano en nuestra formación, condicionado nuestra estructura mental de por vida.
Esta obra podría haber sido perfectamente olvidable por el Rembrandt adulto, pero es evidente que el militar de la izquierda inspiró el aspecto tan decisivo de Ruytenburch en La Ronda de Noche: el traje amarillo con brocado, la faja de seda y la pluma blancas, las rodillas envueltas por ricas texturas, el brazo caído portando un bastón-partesana...
El militar que avanza a la derecha desde el fondo, con un paso como de danza, tiene su correspondencia en el mosquetero vestido de rojo cargando el mosquete de La Ronda. Son dos figuras enormemente dinámicas y efectivas. Es impresionante pensar que una figurita menor esté detras de una de las más maravillosas figuras de la historia del Arte.
- Se supone que el joven despeinado a contraluz enmarcado por la curva y junto al personaje central es Rembrandt. Si es así, y es muy probable, resulta evidente que se sentía muy orgulloso por lo conseguido.
- Antiguamente el método de ejecución normal de una composición, sobre todo si es compleja como esta, consistía en ir trabajando los planos de atrás hacia delante. Es decir, los objetos del primer plano se dejaban para el final. Esto permite un mejor control de los volúmenes, la luz y el color, para que quede todo bien integrado. Aquí, en este cuadro, se pone de manifiesto la velocidad con que rembrandt evolucionaba. Sólo hay que observar la diferencia de calidad en el resultado de tres piezas metálicas: la coraza del personaje de la derecha, el escudo central y el del primer plano. Un salto cualitativo en el oficio enorme, durante el lapso de la pintura de un cuadro.
- EL segunda observación tiene que ver con la fijación tan radical que puede tener en la psique lo acontecido temprano en nuestra formación, condicionado nuestra estructura mental de por vida.
Esta obra podría haber sido perfectamente olvidable por el Rembrandt adulto, pero es evidente que el militar de la izquierda inspiró el aspecto tan decisivo de Ruytenburch en La Ronda de Noche: el traje amarillo con brocado, la faja de seda y la pluma blancas, las rodillas envueltas por ricas texturas, el brazo caído portando un bastón-partesana...
El militar que avanza a la derecha desde el fondo, con un paso como de danza, tiene su correspondencia en el mosquetero vestido de rojo cargando el mosquete de La Ronda. Son dos figuras enormemente dinámicas y efectivas. Es impresionante pensar que una figurita menor esté detras de una de las más maravillosas figuras de la historia del Arte.
- Se supone que el joven despeinado a contraluz enmarcado por la curva y junto al personaje central es Rembrandt. Si es así, y es muy probable, resulta evidente que se sentía muy orgulloso por lo conseguido.